John Bogle (Vanguard.
Bogle Center) fundó la gestora Vanguard en 1974. El nombre
procede de la fragata HMS Vanguard del almirante Nelson. Vanguard
es, al lado de Fidelity, una de las dos gestoras más grandes
del mundo. Su éxito se debe a la idea de inversión indexada o
cartera que emula el comportamiento de un índice del mercado. Esta
idea yacía en su tesis doctoral en la universidad de Pricenton,
en 1950, que estudiaba la industria de los fondos de inversión.
Según John Bogle la industria de la gestión
del dinero está desde 1964 fuera de rumbo. En la industria del dinero
el riesgo -que desde siempre se definió como riesgo de sufrir una
pérdida permanente- se transformó en el difuso concepto estadístico
de "desviación típica de los rendimientos". Al final el
riesgo pasó a ser, dentro de la industria de la gestión, el riesgo
del gestor de quedarse rezagado respecto a un índice de referencia,
trasladando de esta forma el riesgo de perder dinero al partícipe.
La industria del dinero deja su impronta en
forma de tres fuertes rasgos. Tres fuertes rasgos que caracterizan el
panorama de los mercados y del mundo de la inversión:
1) En primer lugar lo que Benjamin Graham
llamó "la carrera de ratas, de intentar la mayor rentabilidad en
el mínimo tiempo posible". Palabras que pronunció en una
conferencia, a la que había sido invitado por la industria del dinero
a finales de los años sesenta. (Por desgracia no hay testimonios de
cómo fue la reacción de la audiencia ante tal atrevimiento en sus
mismas barbas).
2) En segundo lugar actualmente hay más
fondos de inversión que acciones cotizadas. Los fondos de inversión
que nacieron para simplificar el universo de papel se han convertido
en un universo paralelo de igual riesgo, esto es: una caótica
pluralidad de instrumentos de inversión y especulación. La tarea de
la gestión es el equilibrio ponderado de activos en una cartera
según las circunstancias. Pero actualmente el fondo que invierte en
acciones de gran capitalización bursátil no invierte en acciones
medianas y pequeñas, y al revés; el fondo que invierte en las
acciones más calientes, no invierte en las más sosegadas, y al
revés; el que invierte en un área geográfica no invierte en otra;
el que invierte en acciones no invierte en bonos o en acciones de alto
dividendo, y al revés... De tal forma que, cerrándose el círculo
iniciado en 1964, gestionar es una carga que vuelve a estar sobre los
hombros del inversor individual. Así la industria del dinero parece
que ofrece y fomenta dos extremos igual de desmesurados:
intermediación -para el que juega compulsivamente creyendo que está
especulando- y comprar y olvidar -para el que no desea entretenimiento
lúdico-:
"Si inviertes por tu
cuenta en la bolsa a lo loco, te arriesgas a perder mucho dinero"
"Sí, es mejor perderlo de
forma ordenada en un fondo de inversión"
(Viñeta de Ramón, publicada
en La Gaceta de los Negocios).
La virtud, lo óptimo, no es la media
aritmética de dos vicios. La virtud no es el punto mediocre entre dos
extremos. La virtud es el punto álgido, tensado entre dos extremos
como en un arco.
3) En tercer lugar si la industria del dinero
tiene por objetivos "la carrera de ratas" y/o trasladar el
riesgo al partícipe -so capa de que "la bolsa es así" y
que "a largo plazo siempre se gana"- y/o inundar el mundo de
instrumentos de inversión y especulación, entonces bajo estos
condicionantes institucionales no habrá ningún interés en la tarea
de la justificación de los precios, no por maldad sino por
desinterés generalizado. Tesis y sospecha sometida a prueba en el
año 2000 y confirmada (salvo
honrosas excepciones dignas de felicitaciones).